viernes, 21 de octubre de 2011

Quercus rotundifolia

Encina "La Terrona"



























La Encina fue, junto con el roble, árbol sagrado en la Península ibérica, al igual que en el resto del mundo mediterráneo. Recibió culto entre los celtíberos, que, como otros pueblos pastoriles, rechazaban los grandes templos, llenos de estatuas, propios de las sociedades agrícolas. Debieron ser abundantes en nuestro país los encinares sagrados, aunque son muy escasas las noticias que sobre ellos poseemos. A través de Marcial (S.I) conocemos la existencia de uno de estos encinares en el monte "Burado", lugar de confusa identificación y otro que estaba situado a los pies de la Sierra del Moncayo, muy cercano al pueblo de Beratón y próximo al de Cueva de Agreda, los dos en Soria. El lugar se encuentra relacionado con algunos mitos y leyendas (Caco, los siete Infantes de Lara) quizá producto de la sacralidad del lugar. Ambos encinares continuaban siendo sagrados en el S.I, en plena época histórica.

Flor macho






































Hundiendo sus raíces asimismo en antiguas creencias y mitos se encuentra la medicina popular, que se sirvió de la encina desde tiempo inmemorial para sanar algunas enfermedades. Sus propiedades medicinales se las confiere el ácido cuercitánico, que convierte los preparados con ella elaborados (corteza, raíces, flores, bellotas) en excelentes astringentes de múltiples aplicaciones: heridas, llagas, diarreas, sabañones, catarros ..
Importante es también la huella que la encina ha dejado en la toponimia peninsular, nombre tales como Encinarejo, Encinares, Encinillas, Lecina, Encinacorba o Encinasola, a los que se unen Carrascal, Carrascalejo, etc..., se encuentran a todo lo largo y ancho de nuestra geografía y dieron apellido a personas procedentes de esos lugares. Estos topónimos son el callado testimonio de su abundancia en otros tiempos.
Hoy son escasos los encinares en España si los comparamos con los que hubo siglos atrás. Diversas causas, la acción antropógenica en su mayoría, forzaron su regresión. Nos quedan sin embargo algunos ejemplares notables por su tamaño y longevidad, como la encina "La Terrona", de Zarza de Montanchez, declarada Árbol singular.














Fruto

2 comentarios:

Montse dijo...

Hola José Antonio, excelente tu artículo sobre las encinas.
A mí también me gusta saber la historia y las leyendas de árboles y plantas, forma parte de nuestra cultura además de ser muy interesante.
En mi zona, la comarca del Vallés oriental de Cataluña, hay el Quercus coccifera, la coscoja y es un especie que está protegida, precisamente para evitar su recesión.
Un abrazo enorme!

Rafael dijo...

A ver si con estas lluvias engordan algo. Porque la seca viene haciendo estragos.