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| Encina "La Terrona" | 
La
 Encina fue, junto con el roble, árbol sagrado en la Península  ibérica, al igual que en el resto del mundo mediterráneo. Recibió culto  entre los celtíberos, que, como otros pueblos pastoriles, rechazaban los  grandes templos, llenos de estatuas, propios de las sociedades  agrícolas. Debieron ser abundantes en nuestro país los encinares  sagrados, aunque son muy escasas las noticias que sobre ellos poseemos. A  través de Marcial (S.I) conocemos la existencia de uno de estos  encinares en el monte "Burado", lugar de confusa identificación y otro  que estaba situado a los pies de la Sierra del Moncayo, muy cercano al  pueblo de Beratón y próximo al de Cueva de    Agreda, los dos en Soria.  El lugar se encuentra relacionado con algunos mitos y leyendas (Caco,  los siete Infantes de Lara) quizá producto de la sacralidad del lugar.  Ambos encinares continuaban siendo sagrados en el S.I, en plena época  histórica.
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| Flor macho | 
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 Hundiendo sus raíces asimismo en antiguas creencias y mitos se  encuentra la medicina popular, que se sirvió de la encina desde tiempo  inmemorial para sanar algunas enfermedades. Sus propiedades medicinales  se las confiere el ácido cuercitánico, que convierte los preparados con  ella elaborados (corteza, raíces, flores, bellotas) en excelentes  astringentes de múltiples aplicaciones: heridas, llagas, diarreas,  sabañones, catarros ..   Importante es también la huella que la encina ha dejado en  la toponimia peninsular, nombre tales como Encinarejo, Encinares,  Encinillas, Lecina, Encinacorba o Encinasola, a los que se unen  Carrascal, Carrascalejo, etc..., se encuentran a todo lo largo y ancho  de nuestra geografía y dieron apellido a personas procedentes de esos  lugares. Estos topónimos son el callado testimonio de su abundancia en  otros tiempos.   Hoy son escasos los encinares en España si los comparamos  con los que hubo siglos atrás.  Diversas causas, la acción antropógenica en su mayoría, forzaron su  regresión. Nos quedan sin embargo algunos ejemplares notables por su  tamaño y longevidad, como la encina "La Terrona", de Zarza de Montanchez, declarada Árbol singular.
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| Fruto |